Cada vez es más común encontrar intolerantes a la lactosa, personas en las que su cuerpo no es capaz de producir la enzima lactasa o, si lo hace, esto sucede en un número muy inferior al habitual. La lactasa es la encargada de digerir adecuadamente el azúcar de la leche, es decir, la lactosa.
Ser intolerante a la lactosa no tiene nada que ver con ser alérgico, pero sí tiene unas consecuencias en la salud ya que tras la ingesta de alimentos que la contengan, los intolerantes a la lactosa sufren digestiones pesadas, dolores de barriga, gases y otros síntomas igualmente incómodos.
Como consecuencia evitan todos los productos lácteos, entre los que se encuentra el sabroso queso curado de oveja y deciden optar únicamente por las opciones que se comercializan bajo la etiqueta de “queso sin lactosa”.
Pero lo cierto es que los muy queseros no tienen por qué prescindir de algunos tipos de queso y pueden disfrutar de ellos sin ningún problema incluso si son intolerantes a la lactosa.
Tipos de queso en cuanto al tiempo de maduración
Los quesos, además de por sus variedades y puntos de origen, se pueden clasificar por la cantidad de tiempo que necesitan para su maduración.
Con el queso de oveja ocurre lo mismo, y habitualmente hablamos de queso tierno, semicurado y curado. Se trata de la misma materia prima pero con unas características distintas.
- El queso tierno es un queso de sabor suave, firme pero con una textura algo elástica y está elaborado con leche de oveja pasteurizada. Su maduración va de los 7 a los 35 días.
- El queso semicurado está elaborado igualmente con leche pasteurizada de oveja 100%, pero tiene una maduración superior a 40 días, lo que hace que su sabor sea más intenso y tenga una textura más consistente.
- El queso curado es el que tiene una curación mucho más alta que los dos tipos de queso anteriores, que está entorno a los 5 o 6 meses. Este tiempo extra es lo que nos lleva a un queso de oveja con aroma y sabor intensos y con una textura firme.
¿El queso de oveja tiene lactosa?
Cuanto más curado esté el queso, menor porcentaje de lactosa tendrá ya que se va eliminando de forma natural durante su elaboración por la fermentación de ésta.
Para saber los niveles de lactosa que tiene un queso, es recomendable fijarse en el porcentaje de azúcares; por lo general un queso curado tiene 0,5 gramos por cada 100 gramos; un queso fresco, sin embargo, puede superar los 2 gramos.
Los intolerantes a la lactosa pueden comer quesos con maduración mínima de 18 meses y porcentaje de lactosa menor al 2%.
Por tanto, el queso de oveja no tiene porqué quedarse fuera de la dieta de cualquier persona intolerante a la lactosa siempre y cuando haya pasado por un proceso de maduración óptimo para que los niveles de lactosa sean admisibles y puedan digerirlo sin dificultad o que se haya producido específicamente como queso sin lactosa.