Cuando compramos un queso, siempre solemos fijarnos en el tipo de queso que es, su aspecto o su lugar de procedencia. Pero en ocasiones dejamos de lado otro punto significativo: la indicación de si es un queso pasteurizado o no.
A veces saltamos esta información simplemente porque no conocemos exactamente cuál es su importancia, pero el caso es que la tiene y mucho.
¿Qué es un queso pasteurizado?
Un queso pasteurizado es el que ha visto cómo la leche empleada en su elaboración ha pasado por un proceso de pasteurización. Esto significa que después de ordeñar la leche, se somete a un tratamiento térmico rápido, pero muy eficaz, con el objetivo de eliminar las bacterias que pudiera contener la leche.
Esta técnica es muy habitual en alimentación, y no solo con la leche, sino con otros muchos alimentos líquidos, calentándola hasta los 72 o 73º C durante aproximadamente 15-20 segundos.
La leche pasteurizada es la que encontramos en los supermercados como leche fresca del día, refrigerada y con un plazo de consumo máximo de 2 o 3 días.
Que un queso sea pasteurizado no significa que no se trate de un queso artesanal, de hecho lo más importante es la materia prima, como la leche pura de oveja manchega que ha pastado plácidamente y su modo de elaboración.
Un ejemplo de buen hacer son el queso de oveja curado, de intenso sabor, o la cremosa textura del queso de oveja tierno. Sin olvidar la inconfundible suavidad del queso de oveja semicurado que gusta a toda la familia.
Las diferencias con el queso de leche cruda
El queso de leche cruda, por el contrario, es el que está elaborado solo con leche cruda en su estado natural, es decir, sin pasteurización.
Esto puede generar dudas acerca de su idoneidad o no para la salud, pero no es lo mismo consumir leche cruda directamente que emplearla en la elaboración de quesos. Y esto tiene relación directa con el proceso de maduración al que se somete el queso y, a todos los controles de tipo sanitario que conlleva su producción y venta.
Una diferencia notable entre los quesos pasteurizados y los de leche cruda, es que los segundos son mucho más laboriosos de producir por las características de la leche, siendo además producidos en pequeño número y de forma muy artesanal, por lo que no son de acceso general al consumidor.
Y justamente porque la leche mantiene sus microorganismos intactos, también se dice que en el queso se aprecia un sabor, una textura y un aroma algo distintos.
Pero por otro lado, el queso de leche cruda suele ser más indigesto que el queso pasteurizado y no todas las personas lo toleran igual de bien, prestando especial atención a las mujeres embarazadas, a las que no se recomienda consumir queso de leche cruda.
Así que, el queso pasteurizado puede ser tan sabroso y elaborado de forma tan artesanal y cuidadosa como cualquier otro, y que, además, ofrece una garantía total para nuestra salud y una digestión mucho menos pesada.