El traslado estacional de los rebaños entre las montañas y los valles es una de las prácticas más antiguas de la historia de la humanidad. Existen indicios de que esta actividad ya formaba parte de la vida de las comunidades agrícolas en el Neolítico, alrededor del año 5.000 a.C.
Desde la prehistoria hasta la actualidad, el pastoreo ha ido evolucionando, adaptándose a cambios sociales, económicos y climáticos, pero siempre manteniendo su relevancia en la vida rural española. En este artículo exploramos los orígenes del pastoreo en España, su desarrollo a lo largo de los siglos y su impacto en la cultura y el medio ambiente del país.
1. El pastoreo en la Prehistoria
El pastoreo llevó a las antiguas sociedades humanas a experimentar una transición crucial: pasaron de ser cazadoras-recolectoras a practicar la agricultura y la ganadería.
La domesticación de animales como ovejas, cabras y bovinos llegó a la Península Ibérica a través de las primeras olas migratorias desde el Mediterráneo oriental. Estos grupos trajeron consigo conocimientos agrícolas y ganaderos que permitieron a las comunidades asentadas en lo que hoy es España comenzar a criar animales de manera controlada.
Las ovejas y cabras fueron los primeros animales domesticados en la región, debido a su capacidad para adaptarse a distintos climas y su utilidad para proporcionar carne, leche, lana y pieles. Estas especies se convirtieron en la base del pastoreo en la península.
A medida que las comunidades neolíticas se establecieron, el pastoreo se convirtió en una práctica fundamental para la supervivencia, requiriendo movilidad y adaptación al entorno. Las primeras formas de trashumancia comenzaron a desarrollarse, con grupos humanos moviéndose estacionalmente junto con sus rebaños en busca de pastos frescos.
2. El auge del pastoreo en la Edad Media
La práctica del pastoreo trashumante alcanzó su apogeo en la Edad Media. Este sistema se consolidó y se convirtió en un pilar económico y cultural en gran parte de España, especialmente en regiones como Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura y Andalucía.
La Mesta
La Mesta, fundada en 1273 por el rey Alfonso X de Castilla, fue una poderosa organización de ganaderos que regulaba la trashumancia y defendía los derechos de los pastores. Esta institución tenía una gran influencia en la economía y la política del reino, lo que refleja la importancia del pastoreo en la época. De hecho, durante la Edad Media la lana se convirtió en uno de los principales productos de exportación de España, especialmente hacia los mercados europeos. La lana de las ovejas merinas, famosa por su alta calidad, era muy demandada, lo que hizo que la ganadería ovina y la trashumancia fueran fundamentales para la economía castellana.
Una de las grandes contribuciones de La Mesta fue una red de caminos y rutas conocidas como cañadas reales, que permitían el libre tránsito de los rebaños a través de vastas regiones de la península. Estas rutas, algunas de las cuales aún existen hoy, conectaban los pastos de verano en las montañas con los pastos de invierno en las llanuras.
Cultura pastoril
Además de su evidente impacto económico, la trashumancia ha tenido también un impacto cultural importante desde tiempos inmemoriales. Los pastores desarrollaron un profundo conocimiento del entorno natural, así como una rica tradición oral que incluía canciones, relatos y creencias populares.
Parte de esta cultura pastoril es apreciable en refugios, abrevaderos y otras infraestructuras ligadas al pastoreo aún se puede ver en el paisaje rural de España. Además, muchas festividades locales en España tienen sus raíces en el pastoreo, como las fiestas de la trashumancia que se celebran anualmente en varias regiones de España, donde los rebaños recorren antiguas rutas pastoriles.
3. La transformación y declive del pastoreo
A partir del siglo XVI, se experimentó un descenso en el impacto económico del pastoreo, debido a diferentes motivos:
- Expansión de la agricultura: en los siglos XVIII y XIX las reformas agrarias y la introducción de nuevas técnicas agrícolas aumentaron la productividad de la tierra, pero también desplazaron la ganadería transhumante.
- Paso de las tierras comunales a propiedades privadas: a medida que las tierras comunales, hasta el momento esenciales para la trashumancia, se convirtieron en propiedades privadas, los pastores se enfrentaron a mayores dificultades para acceder a los pastos estacionales.
- Industrialización: la industrialización y el crecimiento de las ciudades también contribuyeron al declive del pastoreo, ya que muchas personas abandonaron las zonas rurales para buscar trabajo en las fábricas. Esto redujo la mano de obra disponible para el pastoreo.
4. El resurgimiento y las nuevas perspectivas del pastoreo
A pesar de los desafíos a los que se ha tenido que enfrentar el pastoreo desde la Edad Media, ni mucho menos ha desaparecido. De hecho, ha experimentado un resurgimiento en las últimas décadas, impulsado por el interés en la agricultura sostenible, la conservación del medio ambiente y el turismo rural.
El pastoreo extensivo, incluido el trashumante, ha sido reconocido por su papel en la conservación del medio ambiente. Los rebaños que se mueven estacionalmente ayudan a mantener el equilibrio ecológico, previniendo la erosión del suelo, favoreciendo la biodiversidad y reduciendo el riesgo de incendios forestales.
Además, la trashumancia ha resurgido como una atracción turística, con rutas históricas que ahora se promocionan como parte del patrimonio cultural de España. Este turismo cultural no solo ayuda a preservar las tradiciones pastoriles, sino que también genera ingresos adicionales para las comunidades rurales.
Hoy en día, los productos derivados del pastoreo, como quesos artesanales y carne de cordero, están ganando popularidad por su calidad y sabor. Estos productos están ligados a un modo de vida tradicional y sostenible, lo que los hace atractivos en un mercado que valora la autenticidad y el respeto por el medio ambiente.