Para algunos niños ingerir queso «a secas» supone un sacrificio casi insuperable. La solución más cómoda es mirar hacia otro lado y sustituirlo por otros lácteos, pero no debemos cometer ese error: los quesos tienen unas propiedades nutricionales que los hacen particularmente adecuados para la alimentación de los más pequeños.
Veamos cuáles son esas propiedades, conozcamos algunas recetas de queso para niños (y para adultos) y sepamos cómo introducir progresivamente y de forma saludable el queso en la dieta infantil.
¿Por qué el queso es saludable para los niños?
El queso aporta muchas proteínas, ácidos grasos esenciales, vitaminas, minerales y probióticos. Evidentemente, todos esos nutrientes son necesarios en niños, adultos y personas mayores.
Pero vamos a fijarnos, más allá de las propiedades generales del queso, en aquellas que son especialmente beneficiosas para la salud de los más pequeños:
- El queso es la fuente más potente de suministro de calcio, con un efecto positivo directo en la salud dental, en la prevención de caries infantilesy en la formación de los huesos
- Es un alimento con alto contenido en proteínas de alta calidad, indispensables para el crecimiento muscular
- Su alto contenido en vitamina A favorece el correcto desarrollo de las estructuras oculares y de la visión
- Las vitaminas B1, B2 y B12, junto con los ácidos grasos poliinsaturados omega-6, ayudan regular el gasto de energía y a equilibrar el metabolismo, reduciendo el riesgo de padecer obesidad infantil
- Los ácidos grasos monoinsaturados omega-3 del queso son un factor que reduce el riesgo de hipertensión infantilen niños obesos
- El queso aumenta las defensas naturalesgracias a los probióticos que contiene
Adicionalmente, el queso también aporta otras vitaminas, minerales y micronutrientes, como puedan ser el magnesio, el potasio, el sodio, el hierro, el zinc, el cobre, el manganeso o la vitamina K, indispensable para la coagulación sanguínea.
La única pega nutricional que se le puede poner al queso es su discreto porcentaje de grasas saturadas. Pero no olvidemos que esas grasas, siempre en su justa medida, también son necesarias para el correcto funcionamiento del organismo humano.
De hecho, ningún nutricionista ni médico recomienda seguir una dieta 100 % libre de grasas saturadas.
Recetas con queso para niños: algunas ideas
¿Y qué preparar con queso para que nuestros hijos se lo coman sin ponernos pegas? Veamos algunas ideas destinadas a aquellos niños que son más refractarios a comer queso sin ningún acompañamiento:
Espaguetis con queso
Un plato divertido de comer para los niños, que hace las delicias de muchos «peques» y se prepara en solo unos minutos. Puede utilizarse queso suave rallado o en polvo, vertiéndolo directamente sobre los espaguetis muy calientes o utilizar algún queso ligero y específico para fundir.
Pizza
La socorrida pizza es una herramienta ideal para que los niños ingieran queso sin rechistar. Podemos hacerla en casa o echar mano de las que ya vienen listas para hornear. En este último caso, conviene prestar atención a la composición nutricional: no todas las pizzas comerciales son iguales y algunas incluyen una cantidad excesiva de grasas.
Cachopín
La versión reducida del plato asturiano que está de moda. Los ingredientes de la receta más tradicional y sencilla son jamón serrano y queso de barra en lonchas, envueltos en un fino filete de ternera rebozado y frito en aceite de oliva a alta temperatura.
Tiene un gran éxito entre los más pequeños y aporta gran cantidad de proteínas e hidratos de carbono y grasas saludables. Su aporte calórico es un poco alto, pero puede degustarse sin problemas, preferentemente en la comida, una vez por semana.
San Jacobo
Es uno de los primos del cachopo, pero se trata de plato más ligero y fácil de elaborar: jamón estilo York y queso con un ligero rebozado. Muy indicado para cenas e incluso para incluir en sabrosos bocadillos.
Sandwiches con queso
Un truco universal para que los niños se coman el queso sin protestar. El acompañamiento más común suele ser el jamón cocido, pero una variante muy resultona es sustituir el jamón por finas lonchas de lomo embuchado pasadas por la sartén.
Queso con dulce
Se trata del delicioso señuelo con el que muchas abuelas consiguieron que los adultos de hoy comenzásemos a aficionarnos al queso. Aunque puede usarse mermelada, el maridaje perfecto se consigue con rodajitas de dulce de membrillo o de manzana.
Para evitar un aporte excesivo de azúcares, podemos elaborar nuestro propio dulce artesanal sin azúcar: en internet hay varias recetas para hacerlo de forma rápida y muy económica.
Recomendaciones de ingesta según la edad del niño
Niños de 1 a 3 años
El queso puede constituir una de las tres raciones de productos lácteos que los niños de esa edad deben tomar cada día. Pero no olvidemos que algunos quesos muy curados pueden tener un alto contenido de grasas saturadas para niños tan pequeños, por lo que en ese caso debe vigilarse el tamaño de las porciones.
Además, es mejor no darles quesos artesanales sin pasteurizar, quesos madurados con mohos como el camembert ni quesos azules, ya que pueden provocar algún conato de intoxicación alimentaria leve en los más pequeños.
Niños de 3 a 5 años
Las recomendaciones son las mismas que para los niños de menos de 3 años, con la salvedad de que ya se pueden ir introduciendo progresivamente todas las variedades de queso.
Niños en edad escolar
Tras superar los cinco años, los niños ya pueden comer sin problemas cualquier tipo de queso. La única precaución que tomaremos es asegurarnos, como con cualquier otro alimento, de que el consumo no sea excesivo o compulsivo.
Si el niño no quiere comer ciertos quesos o ninguno, no deberemos forzarlo, ya que podemos inducir un rechazo insuperable que le dure hasta más allá de la adolescencia o incluso hasta la vida adulta. En estos casos, probaremos con las ideas descritas anteriormente: muy raro será que no haya al menos una que sea de su agrado.
Y un último consejo: si todo falla a la hora de intentar que nuestros niños se aficionen al queso, siempre nos quedará la opción de echar mano a los coloquialmente denominados petit suisse, una variedad fresca de queso para niños cuya textura y sabor son similares a los del yogur.