Un buen gratinado puede marcar la diferencia entre un plato exquisito y uno sublime. Por eso gratinar en el horno se convierte en una técnica que muchos utilizan para dar el toque especial a cualquiera de sus creaciones culinarias, ya que el queso gratinado aporta una delicada cremosidad, y un sabor y textura única al resultado final.
Aunque pueda parecer un proceso sencillo, lo cierto es que tiene sus trucos y para que el gratinado sea perfecto no basta con poner el horno a máxima potencia ni sirve cualquier variedad de queso. Hay que tener diversos factores en cuenta, ya que de ellos depende que triunfemos en cada bocado o que el plato se vaya al traste.
Recomendaciones para gratinar queso en el horno
Para que un queso gratinado quede en su punto hay varias recomendaciones que no debemos saltarnos y que podemos adaptar a distintas elaboraciones, con lo cual nos dará para un sinfín de opciones.
Si las ponemos en práctica cada vez que cocinemos en el horno sacaremos el mejor partido a este sabroso producto, algo muy interesante sobre todo si somos cocinillas y nos encanta probar distintas opciones e innovar en la cocina.
Con estos consejos amarás (todavía más) el queso:
Elegir un queso para gratinar apropiado
No todos los quesos tienen la misma composición ni cantidad de materia grasa, por lo que tampoco se funden del mismo modo cuando se les aplica temperatura. Esto significa que aunque un queso sea fantástico por ejemplo como aperitivo, puede que no lo sea tanto para gratinar.
De ahí que existan algunas variedades que se empleen más para este último caso como son por ejemplo el queso cheddar, uno de los habituales en cualquier hamburguesa de los restaurantes más conocidos en este tipo de restauración.
Tampoco podemos olvidar la mozzarella, que al fundirse adquiere gran cremosidad u otros más curados como el parmesano que, junto con el queso manchego son ideales para el gratén no solo por su facilidad para fundirse sino también por su envolvente e inconfundible sabor tan apreciado por quienes adoran el queso.
No pasarnos con el grosor
Parece obvio, pero muchas veces el error a la hora de que el gratinado no se complete no reside tanto en la variedad de queso elegida sino en el grosor con el que cortamos cada pieza.
Cuando es excesivamente gruesa, corremos el riesgo de que al queso le cueste muchísimo derretirse y el resultado sea simplemente una capa de queso por encima que no ha llegado a fundirse con el resto de los ingredientes que hay debajo.
La medida estándar más adecuada para cortar cuñas de queso para gratinar es de aproximadamente 3 mm de grosor. En el caso de algunos tipos concretos como el queso de cabra de rulo o el queso brie, el corte suele ser de mayor tamaño llegando a los 2 cm de grosor.
Si la variedad de queso lo admite o queremos cubrir perfectamente el plato sin dejar ningún espacio libre, entonces podemos optar por rallarlo con un rallador manual, repartiendo bien el queso.
Ajustar la temperatura para gratinar en el horno
Para que el queso quede con ese bonito tono dorado y se mantenga crujiente en el exterior y suave en el interior, saber a qué temperatura se gratina es esencial.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el gratinado no es realmente un cocinado, sino una técnica de acabado del plato, así que lo que coloquemos debajo de la capa de queso, ya sea pasta como verduras tiene que estar ya totalmente cocinado o quedarle poco para ello.
El gratinado será el aporte extra al plato y para que no se cocine de más deberemos utilizar la máxima potencia, que en casi todos los hornos se sitúa en los 250º o seleccionar directamente la opción grill si la tiene y dejarlo unos 5 minutos o hasta que observemos cómo el queso está totalmente fundido y ha cambiado de color.
Antes de este paso, el horno tendrá que estar previamente precalentado a unos 200º durante 10 minutos para que cuando coloquemos la bandeja o el plato ya haya adquirido la temperatura idónea. Lo mejor es que situemos la rejilla o bandeja en la parte superior, así el calor llegará mejor al queso.
Servir todavía caliente
Muchas veces queremos dejarnos la comida preparada para no tener que ir corriendo después, pero en el caso del gratinado esto puede suponer la ruina. Al perder temperatura, la textura del queso también cambia, secándose y perdiendo esa elasticidad que hace tan apetecible al queso gratinado.
Un truco para que esto no ocurra es dejar la comida preparada, pero sin realizar el paso del gratinado y justo antes de ir a comer precalentar el horno como hemos indicado anteriormente, añadir el queso rallado, en lascas o en finas cuñas por encima y dejar que gratine durante unos minutos.
Otras alternativas para gratinar el queso
Si no dispones de horno, pero sí tienes horno microondas, puedes gratinar el queso perfectamente utilizando un recipiente más pequeño y de un material apto para microondas. Hoy en día la mayoría de ellos cuentan también con grill y basta con 5 o 10 minutos para conseguir un gratinado espectacular.
Aunque como el microondas cuenta con una potencia muy alta, siempre es recomendable empezar por menos tiempo e ir aumentándolo conforme vayamos viendo cómo está quedando el gratinado.
La sartén también puede ser una alternativa cuando no tenemos otra opción o simplemente no queremos utilizar otra cosa que no sean los fuegos o la vitrocerámica.
En ese caso podemos rallar un queso curado o semicurado con el rallador por los orificios más grandes y espolvorear por encima, tapando la sartén y dejándola a fuego medio con tapadera hasta que esté totalmente fundido. No quedará tan crujiente, pero sí muy fundente y apetitoso.
Darles un toque especial, sabroso y profesional a los platos con queso es muy sencillo cuando aprendemos la mejor técnica para gratinar en el horno y sacar a relucir al chef que todos llevamos dentro.